Tres principios fundamentales: intención, compasión y recto obrar. En cada instante, en cada relación, con los demás, con la naturaleza, con el universo.
Las enfermedades y los sufrimientos provienen de la discordia con el padre o la madre interiores, la falta de desarrollo del potencial, contaminar o romper la armonía de algún lugar sagrado, no cumplir los compromisos, no seguir la visión del Gran Espíritu.
Sin espiritualidad no es posible la armonía. Abrir el corazón y entrar en la belleza, dejar que circule...
Todos tenemos un propósito, una misión que cumplir...
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