miércoles, 30 de junio de 2010

Plegarias Sioux

Oh, Gran Espíritu cuya voz oigo en el viento
y cuyo respiro da vida a todo el universo:
Óyeme. Soy pequeño, débil, uno de tus muchos hijos.
Déjame pasear en la belleza y permíteme
que mis ojos siempre puedan contemplar
el rojo y el púrpura de la puesta de sol...
Haz que mis manos respeten las muchas cosas
que tú has creado
y agudiza mis oídos para que pueda oir tu voz.
Hazme sabio para comprender todas las lecciones
que tú has escondido detrás de cada hoja y de cada roca.
Dame fuerza, no para ser más fuerte que mi hermano
sino para luchar contra mi peor enemigo: yo mismo.
Hazme siempre listo para ir ante ti
con las manos limpias y la mirada recta
para que cuando la luz se desvanezca
como se desvanece la puesta de sol
mi espíritu pueda llegar ante ti sin ninguna vergüenza...

El espíritu nunca nació
el espíritu nunca cesará de ser
nunca hubo un tiempo en que no existió.
El fin y el principio son sueños.
Sin nacimiento, sin muerte y sin cambios
el espíritu permanece eterno.
La muerte no lo afecta
aunque parezca su morada...



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